Hace 33 años por medio del
Operativo Rosario puesto bajo la protección de Nuestra Señora del Rosario la
Argentina el 2 de abril de 1982 recuperaba aquel territorio de las Islas
Malvinas usurpadas por Gran Bretaña 149 años antes.
Han pasado 33 años desde
aquella gesta heroica que no queremos olvidar porque con ella la Argentina supo
ponerse de pie, como no lo había hecho desde aquellos lejanos días de 1845
cuando se enfrentó a la operación conjunta de las dos más grandes potencias de
la época.
Como
tantas veces en estos 33 años, la conmemoración de la Gesta de Malvinas resulta
estar en plena Semana Santa. Como tantas veces, hemos de reflexionar acerca de
esto.
Nicolás Kasanzew, periodista
argentino, corresponsal de guerra para la televisión, publicó hace unos años un
libro que tituló La Pasión según Malvinas.
En este libro afirma: “si la Guerra fue para los combatientes un Vía Crucis, la
posguerra resultó ser un Gólgota. Se les negó el desfile de la bienvenida, se
los ocultó, difamó, discriminó, despreció (…) Pero lo más grave fue que, al
bastardear el sentido de la Guerra, ―presentándola no como lo que realmente
fue, una gesta patriótica, sino como
la loca aventura de un general borracho―, les quebraron el espinazo de la
autoestima. Les arrebataron el legítimo orgullo se saberse paladines de una
causa grande y justa, es decir, del único bálsamo posible para sus llagas del
alma y la psique”[1].
Por
eso es que no queremos ser parte de la oscura trama de la campaña
desmalvinizadora, más bien por el contrario queremos recuperar los nombres de
los héroes del olvido, para que ningún “manto de neblinas” nos robe la memoria
de esta gesta patriótica que nos regaló héroes nacionales para nuestra
contemplación y para que sigamos su ejemplo.
La
lección ignorada de Malvinas
La Guerra de Malvinas sin
duda es un hecho señero de nuestra historia. Fue un hecho ejemplar porque nos
regaló a los argentinos del siglo XX el inapreciable contacto directo con los
héroes, con sus familias, con sus herencias. Nos dejó el ejemplo de esos
argentinos cercanos a nosotros en el tiempo, que no dudaron en ponerse al
servicio de la Patria. Nos regaló el ejemplo de esos argentinos para los cuales
no importaban los beneficios, los intereses económicos ni materiales,
argentinos que tenían una estricta y exacta jerarquía de valores: primero Dios,
después la Patria, después la familia.
La Guerra de Malvinas sin
duda es un hecho señero de nuestra historia, porque la Causa de Malvinas
revitalizó el espíritu patriótico y religioso del pueblo argentino. Uno de los
protagonistas, el Teniente 1° Roberto Estevez
en carta a su padre escribía:
"Lo único que a todos quiero pedirles es: que
restauren una sincera unidad en la familia bajo la Cruz de Cristo. (..) Papá,
hay cosas que en un día cualquiera no se dicen entre hombres, pero que hoy debo
decírtelas: gracias por tenerte como modelo de bien nacido, gracias por creer
en el honor, gracias por tener tu apellido, gracias por ser católico, argentino
e hijo de sangre española, gracias por ser soldado, gracias a Dios por ser como
soy, y que es el fruto de ese hogar donde vos sos el pilar. (…) Dios y Patria o
Muerte. Roberto"[2].
Lamentablemente después de
la guerra vino la desmalvinización. Con ella pareciera que alguien hubiera
tomado esta carta y hubiera dicho:
‒ ¿Qué deberíamos hacer
para hacer lo contrario de lo que pide el héroe?
‒ Pide la unidad de la
familia, pongamos el divorcio, la ley de “matrimonio” igualitario, modifiquemos
el código civil y permitamos desde el alquiler de vientres hasta la adopción
gay; tiene un concepto del honor, eduquemos a las nuevas generaciones
ignorantes en absoluto de lo que es lo honorable, lo honrado; agradece ser
católico, argentino e hijo de sangre española, enseñemos por medio de la
escuela y la televisión a nuestros niños que todas las religiones o no tener
ninguna es igual, que ser argentino es poca cosa y que la mayor parte de
nuestros males nos vienen del “genocidio descubridor”; agradece por ser
soldado, denigremos al extremo a la milicia convirtiendo a los militares en
mercenarios profesionalizados; agradece a Dios su hogar, prendamos fuego a los
hogares…
Sí, porque todo eso junto
es lo que la desmalvinización nos trajo con la democracia. ¡Y algunos todavía
se asombran porque no nos cansamos de repetir estos males! ¡Y algunos todavía
se asombran de que en la Argentina haya suicidio juvenil, paco, droga, etc.
etc.!
La
oscura hora de la Pasión
Kasanzew
explica el título de su libro La Pasión
según Malvinas con estas palabras que hago mías: “Porque es mi pasión,
porque es la pasión de todo argentino bien nacido y porque si hubo un Viernes
Santo para las Malvinas, es porque también vendrá para ellas su Pascua de
Resurrección”[3].
Seguramente
habrá una Resurrección para la Patria, habrá una Resurrección de los verdaderos
principios y valores, de nosotros depende…
Porque
creemos en la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, porque esperamos la
Vida Eterna, porque la Argentina tiene héroes…
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