jueves, 5 de marzo de 2015

Elecciones: Sufragio universal y participación política (I)



"Lo que un Católico debe saber"
 
            En estos días pasados, aquí en San Rafael, un grupo de jóvenes han sido tentados, como tantas otras veces, por los personeros del régimen liberal y masónico democrático. Nos alegra saber que la mayoría de ellos han rechazado esa invitación, algunos desde fundamentos sólidos y otros desde el simple olfato. Pero nos entristece saber que algunos han aceptado la estafa de estos partidócratas que lo único que les importa es usar a estos jóvenes para concretar sus espurias ambiciones. 
        También lamentamos que la contradicción se haya hecho presente en sus palabras al afirmar que trabajarán por la vida y la familia en un partido que ha votado todas las leyes contra la familia y la vida que se han presentado en los últimos años en nuestro país.  De esto último, hacemos responsables a pastores, sacerdotes, dirigentes, intelectuales y muy especialmente a la Pastoral Social de la Diócesis, que con sus palabras y actos han alentado a estos jóvenes a que se “involucren y participen en política partidocrática”, haciéndolos entrar en contradicción con los principios morales.

           Del mismo modo celebramos a todos los que, día a día, y a pesar de todo trabajan por el bien común, en sus oficios, profesiones, apostolados y un sinfín de actividades verdaderamente políticas y acordes con el Magisterio Tradicional de la Iglesia.

       A continuación recordamos algunos aspectos que deberíamos tener en cuenta ante las próximas elecciones, como católicos cabales:

 "La vergüenza no es abstenerse a votar, la vergüenza no es ir dándose cuenta de la inutilidad de colocar papeletas en urnas y partidócratas en cargos bien rentados. La vergüenza y la inmoralidad, digámoslo con todas las letras, es el sufragio universal, y la ideología ruinosa que lo sustenta, fruto del igualitarismo liberal y masón. La vergüenza es plegarse a la parodia sufragista, al totalitarismo de las mayorías, a la mal aconsejada decisión de votar cuando no hay bien, sino males mayores y crecientes. La vergüenza es querer ser candidato aceptando y cumpliendo para ello sin pestañar todas las reglas, moral, filosófica y políticamente viciosa, que impone este régimen judeomasónico. La vergüenza para un católico cabal es entrar en contradicción con la buena doctrina. Y a eso se refiere cierta Jerarquía, cada vez que nos insta a votar, alegando el mal llamado mal menor, aceptando el sufragio universal, la soberanía del pueblo, la voluntad popular y la representación partidocrática monopólica y excluyente, al plegarse a la hediondez democrática y lo que es peor a olvidar la obligación ineludible de “Instaurar todo en Cristo”. Sépase de una vez por todas “Cuando no hay bien no hay que elegir”. Y en estas elecciones NO HAY BIEN.

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